viernes, 10 de febrero de 2012

Marcelo y Giuliano

Si juntamos un chimpancé y un orangután en la misma jaula, lo más probable es que no se lleven bien. Ya me lo estoy imaginando.
Pongamos por caso que la jaula era primero del orangután. Este se despierta una mañana, la luz del sol entra por la ventana prometiendo árboles y ramas de diversión pura y dura, de una manera que solo un orangután puede concebir. Se incorpora, se pone las zapatillas, y avanza hacia la esquina perpendicular a su cama, donde se encuentra la cocina. Pone unas tostadas en la tostadora y mete en el micro una taza de café que le sobró de anoche.
Justo cuando el azar maravilloso que caracteriza a las tostadoras acciona el mecanismo de expulsión de las mismas, la puerta de la jaula se abre, y un chimpancé con traje y corbata y una maleta de viaje entra por la puerta.
C: Muy buenas! Menuda mañana eh? Estoy deseando salir a ver que se cuece en el patio?
O: Un momento, ehm… quién es usted?
C: Perdón! Que cabeza la mía… me llamo Giulianno da Silva. Usted es Marcelo no?
Marcelo: Marcelo Arias, un placer. ¿y a que se debe esta temprana visita?
Giulianno: ¿Cómo? Que no se lo han dicho?
Marcelo: decirme el qué?
Giulianno:  Soy su nuevo compañero de cuarto!
La cara de Marcelo es una mezcla entre asco e indignación. Se lleva el café a los labios y sorbe con frustración.
Pasan un par de minutos de incómodo silencio.
Giulianno: ¡Sorpresa!-  nuestro chimpancé intenta romper el hielo, pero parece que Marcelo no está para bromas.
“Sabía que este día llegaría…”, se lamenta Marcelo. Cuando le alquiló la jaula a aquel tipo gordo y grasiento este le comentó que una de las condiciones de la jaula era que, si encontraba a alguien que ofreciera más dinero por tal de compartirla con él,  lo cogería sin preguntarle siquiera. Marcelo se pensaba que el pobre hombre se marcaba el pisto por tal de acentuar su autoridad de hombre sobre orangután, pero por lo que ahora estaba viendo, el cabrón no mentía.
Aún así habría que ponerse en contexto para entender el enfado de Marcelo. La jaula es un habitáculo cuadrado de cinco metros por cinco metros. No se puede decir en ningún caso que sea pequeña (se han visto a poetas viviendo en lofts más pequeños y mucho menos aseados).
Nos referimos a poetas básicamente por nuestro protagonista. Marcelo tiene un pequeño espacio en las páginas intermedias de la prestigiosa revista Times, donde cada dos semanas publican uno de sus melancólicos aunque muy románticos poemas.
Por otra parte, Giuliano ha venido desde el corazón de Roma, decidiendo que la vida de circo no era para él. Estudió abogacía y comenzó con pequeños casos de despido de simios por… bueno, por lo que se hecha a los monos de los trabajos hoy en día, que si tendencias homosexuales, dormirse en horas laborables, confundir los penes de los compañeros por plátanos en los baños, lo típico.
Me estoy yendo del tema, estábamos hablando del pequeño hogar de estos dos entrañables compañeros ,¿verdad?
Todo el suelo está hecho de parqué color avellana, las paredes están pintadas con motivos de ciudad, fábricas, pisos, rascacielos. Marcelo fue muy conciso con eso, dice que es la única forma que tiene de desconectar cuando llega a casa.
En la pared más alejada de la entrada se encuentra una gran cama de matrimonio que llega de pared a pared. Justo a la derecha queda la almohada y una pequeña mesita de noche, en la que se apoyan una pequeña lámpara y un despertador digital.
A la derecha de la puerta queda una pequeña cocina, la cual cuenta con microondas, horno, nevera, grifo y enseres de limpieza, así como una estantería con platos y sevilletas(la falta de movilidad en los pulgares hace imposible, a la par que frustrante, el uso de cubiertos).
En la pared opuesta, una estantería llena de libros de todo tipo y color, presidida por un cuadro de Audrey Hepburn la mar de sensual.
En el centro de la habitación se encuentra un amplificador gigante conectado a un tocadiscos de principios de siglo. Marcelo cuenta con tres vinilos, uno de Louis Armstrong, otro de Janis Joplin y uno de Marilyn Manson.
Tres meses de convivencia son suficientes para saber si estos dos compañeros homínidos pueden o no llevarse bien. Todo depende de muchos factores: la zoofília altamente específica que te lleva a probar muestras de cariño sobre tu compañero primate, el hecho de que Marcelo suele usar las noches para pasear por el jardín e inspirarse, mientras que Giuliano sale por la puerta a primera hora de la mañana; el hecho de que este último tiene en su maleta de viaje vinilos de Led Zeppelin y Frank Zappa, lo cual nos leva a preguntarnos si no los saca por cabronería o por darle una sorpresa a Marcelo. Demasiadas conclusiones y divagaciones, así que le dejo el trabajo sucio a tu imaginación, que yo ya he hecho bastante.

1 comentario:

Stella dijo...

Hauries de postejar cada dia, seria com la dosi diària de llegir alguna cosa decent.
:)