En el bar de la esquina,
donde los deseos se conjuran entre vasos de tubo siempre llenos,
entre ombligos peludos, camisetas demasiado cortas y vestidos imposibles,
entre nudillos desgastados y narices rotas,
una suerte de personajes pintorescos juegan a la versión adulta de mamás y papás,
adulta y abyecta, donde gana el primero que encuentra la mierda del otro.
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