martes, 11 de octubre de 2011

Blowing in the wind

Capítulo 5

Verano, 24 de agosto.
Son las doce de la noche. Marc y Cris decidieron hace unos meses hacer un viaje tranquilo,
en un lugar apartado de todo contacto humano, salvo el contacto humano que busca exactamente
lo mismo que tú, a saber, cervezas bien frías por la noche, sentados en una silla plegable y con el 
sonido del mar de fondo.

Se encuentran en Cantábria, en un cámping muy modesto, a 200 metros de la playa, con el 
sonido de las olas golpeando sus oídos suave, acompasadamente.
Las tiendas de campaña quedan a unos cinco minutos andando por un pequeño camino de
tierra rodeado a ambos lados por arena y hierba, mezclados después de que un millón de pasos 
de un millón de personas pasaran por allí para dirigirse a la playa.
Aquí solo encontraremos surfistas y hippis.
Donde ahora se encuentran es una planicie en la que hay construidas pequeñas barbacoas,
una al lado de la otra. Las barbacoas son libres, tú simplemente llegas con tu silla plegable de playa,
y te sientas.
Con su nevera portátil, Marc y Cris sacan sus sillas, se sientan y sacan dos cervezas heladas.
En la barbacoa de al lado tres chicos y una chica, sevillanos, como descubrirían más tarde, 
fuman porros y bebían cerveza. No tienen nada más, a excepción de una pequeña lámpara de 
gas que los ilumina tenuemente.

A los cinco minutos de estar allí ya han entablado conversación, pues Cris es muy sociable y
habla con todo el mundo.
A los diez minutos todos comparten marihuana y cerveza, y a los veinte Marc saca la guitarra.

Los sevillanos piden a gritos una canción, y Marc y Cris la preparan.
Sacado de su repertorio, Marc empieza a tocar suavemente los acordes de Blowing in the Wind, 
de Bob dylan.
Empieza flojito para que Cris pille el ritmo y pueda  unirse a la canción.

Ella va vestida con unos pantalones bombachos negros, una camisa ancha de color rojo pálido,
collares y pulseras por todas partes, el pelo rubio suelto cae sobre su pecho derecho.

Al fin Cris se anima y empieza a cantar, con una voz aguda, suave y dulce como la miel, 
le da su toque propio.
Marc no mira la guitarra, han tocado juntos esta canción miles de veces.
Sus ojos están fijos en Cris, en su pelo, en su piel, en su boca que se mueve al son de las
palabras que por ella salen.

Los sevillanos están embobados, miran fijamente la escena, pasando de él a ella y de ella a él,
no tienen palabras para lo que están viendo.

Al día siguiente, los sevillanos jurarán durante toda su vida y a todos sus nietos que vieron a
Janis Joplin reencarnada en una muchachita catalana.
Pero yo estaré allí para decirles que no, que ella es mucho mejor que Janis, o que cualquier otro. 
Ella es la diosa del rock y del country. Es la diosa del sonido y la belleza, y que cuando ella
canta el mundo entero se estremece, un escalofrío recorre la espalda del universo entero.

Y después de todo, Marc está enamorado.


 
 
 
 

No hay comentarios: