lunes, 17 de octubre de 2011

Madrid

Y si llega usted a confraternizar con un buen actor?
Y si se emborracha con él y descubre lo que se oculta tras esa máscara
de confianza, falta de miedo y sudor escénico?
mézclelo todo y tendrá una noche trascendente, una noche que nunca va a
olvidar.
Mientras tanto, un grupo de ingleses ensaya movimientos típicos de la pesca radical con un grupo de madrileñas autóctonas, y parece que la cosa no va nada
mal para ellos.
Ellas les siguen el rollo y disfrutan mirando sus tatuajes y sus lenguas anglosajonas,mientras sus coños chispean y sus miradas me dicen "¿no ves lo
lejos que hemos llegado? que un inglés puro y duro quiere profanar mi templo?"

Se apartan el pelo, y sus risas acompañan a sus cortas faldas, y así
nace la frialdad entre un hombre romántico y una guarra. Ojo, no me
malinterpreten, no quiero decir que estos ingleses sean hombres románticos,
o almenos no lo parecen, es simplemente que cuándo hablamos de guarrería
se puede envolver a todo el mundo en un mismo saco, excepto a los románticos
guarros... pero eso es otro tema.

Debo reconocer que voy un poco borracho, y que mis palabras(salta a la vista)
son torpes, vulgares y maldisimuladamente soeces.
Pero yo no soy el que pota en una esquina(hoy voy bien), el que despilfarra
su talento y su clase tras una capa de vómito reluciente que salpica sus cortas faldas.
Una vomita, dos le sujetan el pelo y tres mendigan un polvo.
Pero, los pobres ingleses, borrachos también y más salidos que un mono en una feria, no conocen de las argucias más astutas de la guarra común.
Asi que después de mucho frote y mucha palabra bonita, éstas alegan un
repentino sentimiento de compañerismo por su amiga ( la cuál va ya por el desayuno),  y deciden irse para casa todas juntas sin ingleses que valgan.

 Eso sí que es teatro!

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