miércoles, 21 de septiembre de 2011

desnudos en el west

Miro embobado las tetas de la stripper, meciéndose al son de una música celestial.
Bueno, en realidad la música es la típica salchichera que te ponen en las discotecas de pachanga cutre. No tiene nada que ver con  el baile. Música guiri a todo trapo.
La pobre intenta adaptarse a la canción, y ese aluvión de posturas sensuales hace que tanto su culo como sus pechos se zarandeen en todas direcciones, para desconcierto de los allí presentes. Mis ojos van del pecho al culo, del culo al pubis, del pubis a sus ojos, que no miran a nadie, los ojos fijos en algún punto detrás de los perros salidos que tiene delante (nosotros).

"¿Estás preparado para un baile erótico?"

Una mujer delgada, la piel morena y tersa, me quita el sombrero mientras formula su pregunta, con un fuerte acento italiano.

Unos ojos verdes me devuelven una mirada divertida y traviesa.

"¿Entiendes el castellano?" Pregunto resignado.

"Claro!" se ríe.

"No puedo bailar contigo"

Finge sorpresa, "¿Por qué?"

"Mi moral no me lo permite, lo siento"

Una risita ahogada sube desde sus labios carnosos, pasando por los mofletes y dejando huella en esos preciosos manantiales verdes.

"¿Cuánto es?" Pregunta Morris.
Él y J están borrachos como cubas.
Yo también, claro.

"30 euros"

J: ¿Cuánto llevas?

Morris: yo veinte, ¿y tú?

J: Diez. Aquí tienes.

"Te prometo que sólo me quedaré con el sombrero" me guiña un ojo, y mi tiempo comienza.

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