Volviendo de una clase empiezas a pensar. Ves como el silencio se transforma en una explosión de palabras que chocan unas con otras formando frases sin ningún sentido aparente. Esas frases a su vez seducen a otras palabras, prometiéndoles placer y significado. Finalmente, los párrafos se reproducen con los demás semejantes y conciben un ecosistema de ideas totalmente autosuficiente. Puede que esto se pueda considerar una buena mamada mental pero, de todas formas, a quién le importa? A mí no.
Salgo del laboratorio una hora antes. La clase de hoy ha sido sencilla y poco más que insustancial. Pero bueno, conoces a gente, esa gente que se suele encontrar en el mismo sitio que tú, a la misma hora y en un lugar suficientemente cercano y bajo las circunstancias en las que dos pares de ojos se encuentran y conversan antes que las bocas y las lenguas que les siguen, esas bocas y esas lenguas que dicen “muévete”, y los pies, esclavos de nuestras palabras, obedecen sin rechistar. Bajo la calle en busca de mi coche, que me espera un jueves por la noche (o juernes, día inventado por las multinacionales más crueles para despistar a jóvenes que buscan vicio y virtud en los vasos medio vacíos , apoyados sobre las barras de las discotecas prohibidas en un día prohibido). Mientras camino y enciendo un cigarrillo pienso, acompasando mis pensamientos a la visión del viento enredándose en el humo gris que expiro, creando unas bellas espirales en el aire, una vorágine de éxtasis, un baile privado en el cual los entes sustanciales(como yo, por ejemplo) no tienen cabida. Distraído pensando en esto, apenas soy consciente de las prostitutas que se han agolpado a mi alrededor. Bueno, mejor si nos situamos un poco. Me encuentro en una de las calles sin salida que separa la Diagonal con el campo de un equipo muy conocido, no caigo ahora en su nombre, creo que visten de azul y rojo. Cuando cae el sol, esa zona de Barcelona se encarga de recoger a un grupo selecto de degenerados , necesitados y divertidos especimenes que buscan el calor de un abrazo entre las piernas de un/a desconocida/o ( a cada cual con sus gustos). En ese momento, ajeno a todo esto debido a una gran empanada mental, sigo mi rumbo sin ser consciente de que mi coche precisamente ha sido aparcado en una de esas preciosas calles sin salida. Aún es temprano, y mi visión de la situación en este momento es la siguiente: Coches aparcados en fila, presionados por la oscuridad de la noche, mientras a mi izquierda las prostitutas locales muestran su mercancía al mundo y a todo aquel que quiera prestarles un mínimo de atención y un màximo de su cartera. A mi derecha se alza majestuosa la luna llena, dándole un tono fantasmal a toda la escena (en esa calle la luz de las farolas es tan absurda como inexistente). Entro en el coche, saco una libreta, y empiezo a escribir lo que días más tardes escribo en estas líneas. Mientras tanto, un coche surge de un pequeño párking de tierra situado enfrente mío, y detrás de él le sigue una mujer vestida con una chaqueta y desnuda de cintura para abajo. Es en ese preciso instante cuando alzo la mirada y mis ojos se encuentran con que en cada vehículo que me rodea un hombre espera nervioso que se le acerque una reina de la noche y le invite a su castillo. Y es en ese preciso instante, también, cuando descubro que para todo aquel que circule por la calle a esa hora ( prostitutas y puteros incluidos), yo no soy más que otro putero más a la espera de su reina. Y mis palabras surgen de la línea que separa las perspectivas.
5 comentarios:
...me gusto sobremanera el inicio, y el juego con la mamada mental.
Lo de la paja neuronal, ya era oido, pero esto es un giro muy elaborado.
Pretenden ser dos momentos de la misma situación, solo que uno se sitúa en la mente del personaje y el otro en todo lo que le rodea durante su mamada mental.
Un abrazo y gracias :)
En esa línea del final de tu escritura..."que separa las perspectivas"...
¿No es cierto que en el fondo de tu ser te crees diferente a todos los demás?...
Un beso.
No podrías haberlo expresado mejor Marián.
En efecto, sí, me considero diferente a todas las personas de este mundo(o almenos a las que conozco), pero es precisamente el hecho de que todas las demás personas también se consideren distintas a las demás(aunque la mayoría no quiera reconocerlo públicamente) lo que me hace sentir que vivo entre iguales en un mundo lleno de mundos privados.
Un saludo y gracias.
Me ha gustado mucho su contenido y la forma de llevarlo. Escribes muy bonito.
Un beso.
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